Este mes de agosto de 2014 muestro, en el Palacio de exposiciones Convento de Carmelitas de Rubielos de Mora, la serie de acuarelas tituladas Sinapsis. Se trata de una sala preciosa, única: el mejor marco para exponerlas.
La villa de Rubielos de Mora se sitúa en la vertiente meridional de las serranías de Gúdar y Maestrazgo. Es uno de los pueblos más hermosos de Aragón. Su arquitectura pública realza sus calles y plazas e invita a pasear por ellas sin finalidad, en abandono gozoso, desde el portal de San Antonio al del Carmen. Paso tras paso la mirada ensueña con el juego de la luz sobre tantas fachadas que no ocultan su historia.
Un poema motivó que usara mi pasión por el color en sucesivos intentos buscando reflejar la intensa emotividad que su lectura despertó. Emily Dickinson (1830-1886) lo escribió en 1863 y en él parece decirnos que nada existe más allá de la conciencia:
El Cerebro -es más amplio que el Cielo-
porque -si los pones uno junto al otro-
el uno al otro contendrá
fácilmente – y a ti también-
El Cerebro es más profundo que el mar,
porque ponlos -Azul contra Azul-
y el uno al otro absorberá
como las esponjas a los recipientes.
El Cerebro no es más que el peso de Dios,
porque -compáralos libra por libra-
y solo serán diferentes -si es que lo son-,
como la Sílaba del Sonido.
El sentimiento de que el cerebro, peso a peso, equivale a dios, abre todas las puertas para valorar el alma humana y sentir la inmensidad del espíritu en cada uno. Al leer y releer el poema número 632 se siente que transciende el tiempo. Las composiciones de Emily Dickinson atraen por ser líricas, cortas, apasionadas e ingeniosas. Su pensamiento poético se alimentó del silencio, paseos por su jardín y la soledad buscada. La definición que ella dio de su poesía sobrecoge: «Si tengo la sensación física de que me levantan la tapa de los sesos, sé que eso es poesía». Emily Dickinson ofrece una eterna flor con aroma de sencillez, pureza y misterio.
El cerebro fue el gran desconocido de la ciencia. El perfeccionamiento tecnológico ha permitido en la actualidad explorarlo, analizarlo y sorprendernos con los resultados. Ahora tenemos conocimiento de que el cerebro se estructura continuamente a lo largo de la vida, que nunca descansa, que contiene tantas neuronas como estrellas nuestra galaxia, unos cien mil millones, y que cada neurona realiza entre mil y diez mil sinapsis o puntos de encuentro con otras neuronas.
El término sinapsis significa etimológicamente «juntar con», en el sentido de enganchar. En 1897 el premio Nobel C. Sherrigton utilizó por primera vez esa expresión para definir la superficie de conexión entre dos células nerviosas. En la actualidad se sabe que la sinapsis que enlaza dos neuronas tienen una estructura enormemente compleja. El nivel de acción del cerebro humano aún se constituye como el gran laberinto desconocido. De todas formas se puede afirmar que es en el vacío intercelular donde se efectúan los más extraordinarios fenómenos de la biología. Existimos por un proceso eléctrico y químico que se desarrolla en el vacío.
La sinapsis electroquímica es el modo de unión más arcaico. Conectadas estas células forman redes entre ellas, circuitos neuronales, y cada red podría ser una idea, un recuerdo. La interconexión construye pensamientos, emociones, y si reflexionamos seriamente sobre que hay más conexiones posibles que átomos en el universo, quedamos atónitos al comprender cuántos sentimientos, recuerdos y pasiones puede albergar nuestro cerebro. Vastas extensiones, nieblas amontonadas, dudas e incertidumbres: todo por recorrer.
La imaginación del corazón que Emily Dickinson transcribió en todos sus poemas incita a imaginar más allá de lo que ven los ojos. En las acuarelas presentes en Rubielos de Mora un vacío interior se convierte en fuente y origen de donde fluye y se rasga el color como un tejido, formando tentáculos lumínicos que se buscan para entrelazarse. Sinapsis.
Me gusta mucho.me alegro d poder compartirlo.saludos.
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