El día 29 de mayo de 2004 se instaló en Teruel la escultura creada en homenaje a sus amantes. Unos dibujos muy esquemáticos fueron su origen. Un simple trazo en el papel se convirtió en una estructura de sesenta toneladas de acero cortén.
En su momento escribí sobre la escultura: son dos líneas que se entrecruzan, sinuosas, rítmicas y simétricas que representan la síntesis no figurativa de los Amantes de Teruel. Dos líneas, dos seres sentados y reclinados que unen su pasión con forma de bucle de amor. Curvas suaves que desde el interior de la escultura semejan inmensos labios en contraste con el cielo y lo convierten a sus pies en un jardín que recuerda el beso eterno.
Una línea en movimiento que genera un espacio, un símbolo de coexistencia que induce a pensar que en realidad vivir es un arte. Las cosas existen, están, sin embargo, el hombre no se limita a existir o estar, mas bien se constituye en co-ser. En todo coexistir se ejerce la capacidad o virtud de resolución. Entre el oscilar de momentos de alegría y angustia, amor y dolor, se busca la armonía, la convivencia de amor en el transcurso de la vida. Nuestros personajes, Isabel y Juan Diego su resolución la hallaron en la muerte.
Como pintor esta trágica solución se convierte especialmente atractiva, aparte del matiz romántico, porque se plantean ventajas y desventajas. En cuanto a la primera, así lo experimenté en mis acuarelas realizadas a tamaño natural, es saber que la muerte siempre nos deja en paz cuando nos toca. La desventaja es conocer que no es suficiente esa dosis de paz. Al pintar el momento de óbito, rostros, manos, cuerpos y mínimos gestos deben reflejar cómo la vida les separó y cómo la muerte dulce los ha unido.
La escultura tiene un grosor de 50 cm y los arcos que la componen tienen radios de 3 y 6 metros. Se alza a una altura de once metros.
Desde sus orígenes la escultura fue tradicionalmente concebida como un arte donde la masa, sólida y voluminosa ocupaba un espacio. Mi forma de sentir la escultura se acerca más a la idea de una línea en movimiento que con su traza teje un espacio. El metal dúctil y maleable se puede transformar en alambres o líneas espaciales de formas dinámicas. Grafía en movimiento que genera sensación de contenido o volumen en nuestra percepción.
Concebida para ser observada desde distintos lugares de su entorno. Uno en particular dibuja un símbolo de amor en el espacio.
Un haiku lo define:
Bucle de amor.
En jardín de distancias
crece su flor.
La esencia del amor está en la donación de sí al otro. El ser de los amantes se intercambian sin confurdirse.
Una impresionante y evocadora escultura que sugiere una lazada, un corazón, una intersección en el aire. Sus redondeces le imprimen dulzura y belleza a esta construccion de gran tamaño.
[…] Los Amantes de Teruel en acero […]
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