Vivir es sentirse, es ocio, transcurso, flexibilidad, notarse fluir en el tiempo. Es ocio no para no hacer nada, sino para lograr desde la intimidad cumplir el ser. Vivir también es un sueño tejido de sueños, luces sin formas a la espera de ser apresadas.
Dos pintores, dos luces separadas por quinientos años en el tiempo comparten una pasión: el dibujo. Leonardo da Vinci ( 1452 – 1519) y Jean-Michel Basquiat (1960 – 1988). Leonardo dispuso del dibujo como herramienta al servicio de su pensamiento, Basquiat, sin embargo, lo empleaba fontanalmente al servicio de su arrolladora imaginación. En los dibujos y cuadros de Basquiat vemos: flechas, rayos, soles, calaveras…y palabras que escritas por su mano se transforman en poderosas imágenes.
Otro tipo de distancia en el tiempo es la que recorrió Leonardo da Vinci desde su Florencia natal a Milán en 1482. Milán era una ciudad estado al viejo estilo feudad de 80.000 habitantes, gobernada por la dinastía Sforza. El lujo, el arte y la música fue una directriz para la familia Sforza. Se sabe que Leonardo realizó sus primeros contactos con la corte de Ludovico el Moro como músico, deleitándo en las fiestas con las melodiosas armonías de su laúd.
En Milán pintó una de sus obras más enigmáticas «La Virgen de las Rocas» y el retrato de Cecilia Gallerani, uno de los rostros más bellos de la historia de la pintura que pudimos contemplar en España en el año 2011: «La Dama del Armiño», la amante del poderoso Ludovico.
En 1485 Milán se hallaba inmersa en una epidemia de peste bubónica que duró unos tres años. Leonardo atento a su entorno llegó incluso a escribir en sus diarios recetas medicinales contra la peste. Leonardo volcó sus pensamientos en notas, dibujos y cuadernos. En estos años surgen máquinas de guerra y otros ingenios como su famoso paracaídas ( diseño del Códice Atlántico de 1485).
También por estas fechas y seguramente para huir mentalmente de las penurias de la peste, realizó unos dibujos alegóricos que se conservan en el Crist Church College de Oxford. Alegorías sobre el placer y el dolor, sobre la virtud y la envidia o esta última cabalgando sobre la muerte.
La envidia como amazona sobre la muerte se muestra como una dama con pechos caídos rodeada de las flechas hirientes del maldecir. El dibujo tiene connotaciones eróticas, su significado lo podemos intuir en otro dibujo de su juventud donde una jovencísima muchacha cabalga sobre la espalda de un anciano. A este dibujo se le ha titulado «Aristóteles y Filis». Se sabe que Aristóteles se casó con una joven cuando él rondaba algo más de los cuarenta años. El carácter sexual que puede mostrar este dibujo contrasta con la trágica ironía y debilidad de la alegoría de la «Envidia cabalgando sobre la muerte».
Bajo la mirada de Jean-Michel Basquiat esta alegoría inspiradora adquiere otro sentido. Basquiat admiraba a Leonardo da Vinci, pintó su versión de la «Gioconda» y le dedicó su «Leonardo da Vinci´s Greatest Hits» en 1982.
La alegoría retomada por Basquiat adquiere otro significado. La muerte de su amigo Andy Warhol el 22 de febrero de 1987 lo llenó de una tristeza insondable. El cuadro que pintó en 1988 con el título de «Riding with Death» parece una premonición de su muerte. Fue en su búsqueda el 12 de agosto de 1988.
Posiblemente fuera uno de sus últimos cuadros. Al mirarlo minuciosamente echamos a faltar los distintivos inconfundibles de su estilo: sus grafías, sus trazos envueltos de color, sus palabras volátiles…Este enorme lienzo de 248, 9 x 289,6 cm, parpadea sin textos ni leyendas, sin ningún gesto que altere su espacio. Basquiat se dispone a respirar el día elegido. La muerte camina silenciosa por un campo de un solo color, pasea en sus lomos a un hombre que abre sus brazos para alcanzar el equilibrio. El vacío horizonte que recorren no es de naufragio, es la presencia del silencio y de la última luz que ilumina la fría avenida sin ruidos.
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